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LOS SABIOS
UN PUENTE ENTRE RELIGIONES

LOS SABIOS, UN PUENTE ENTRE RELIGIONES

El simbolismo de los Magos de Oriente que vinieron a honrar el nacimiento del nuevo “Rey de los Judíos que acaba de nacer” (Mateo 2:2) no sólo se refiere a la narración de los Evangelios cristianos canónicos y apócrifos. Se refiere a la universalidad de las culturas, civilizaciones y religiones. También es un elemento esencial para unir a la gente.

El propio Nuevo Testamento nos remite al judaísmo para entender el viaje de estos sabios gracias a las profecías de Miqueas inscritas en la Torá. Además, es a un historiador judío del siglo I d.C. a quien debemos el texto más creíble sobre la existencia de los magos. Su autor, Yosef ben Matityahu (Flavio Josefo), estaba emparentado con la familia política de Herodes.

La ciudad de Axum, en Etiopía, lugar sagrado de las tres religiones del Libro, nos muestra cómo la estela de los magos sigue el camino de las múltiples creencias. Es en la antigua capital del reino de Axum donde se encuentra la presunta tumba del mago Baltasar, alias el rey Bazen. El rey cristiano de Axum procedía de este mismo linaje y en el siglo VII acogió a los primeros musulmanes perseguidos durante la primera Hijra. Axum se convirtió entonces en un lugar sagrado del Islam, considerado como una “segunda Meca”. Bilal, elegido por el profeta Mahoma como primer almuédano, era descendiente de la misma dinastía que el rey mago Baltasar.

Seguir la senda de estos sabios es también una forma de encontrarse con el zoroastrismo, del que se dice que el mago Melchor, junto con otros adoradores del fuego, era seguidor. También significa acercarse al hinduismo, la religión practicada por los reyes pandianos (India y Sri Lanka), dinastía a la que se supone que pertenece el mago Gaspar.

El destino del profeta Daniel, apodado “el mago Baltasar de Babilonia”, es testigo del diálogo interreligioso que animaría a los Magos de la Natividad unos siglos más tarde. Un judío deportado a Mesopotamia, los cristianos lo celebran. Descrito a menudo como el antepasado espiritual de los Reyes Magos, los musulmanes le erigieron varias mezquitas. “Vinieron hombres de Siria a Jerusalén para ver a Jesús. Eran astrólogos que habían encontrado en los libros que en un día determinado en Palestina nacería un niño sin ser engendrado. La indicación de este acontecimiento se encuentra en los libros de Daniel”, dice Al Tabari, el primer musulmán que compuso una Historia Universal.

Los grandes eruditos islámicos, que han contribuido al conocimiento de estos sabios, han señalado, sin embargo, que “la historia de estos tres mensajeros es contada por los cristianos con detalles exagerados” (Al Mas’Udi). Gaspar, Melchor y Baltasar se hicieron tan populares a lo largo de los siglos que se les atribuyeron funciones políticas, a veces para justificar conquistas o masacres. A partir de finales del siglo XIX, se convirtieron en los ídolos de los niños en sociedades cada vez más secularizadas. ¿Y si estos magos redescubrieran su papel de intermediarios entre mundos y culturas, mucho más allá de su simple imagen folclórica? Al observar el simbolismo de estos individuos que cruzaron el mundo para encontrarse con una persona desconocida, una religión, una cultura y un entorno social muy diferente, los magos del siglo XXI pueden seguir su camino de sabiduría y conocimiento. ¡Que sigan siendo modelos de inspiración para las personas y los pueblos!